Paolo Ruffilli nació en 1949 y ha publicado, entre otros, los siguientes libros de poesía: Piccola colazione (1987, American Poetry Prize), Diario di Normandia (1990, Premio Montale), Camera oscura (1992, Cámara oscura, Calima, 2001), Nuvole (1995), La gioia e il lutto (2001, Prix Européen, La alegría y el duelo, Calima, 2002), Le stanze del cielo (2008), Affari di cuore (2011, Asuntos del corazón, Deva, 2004), Natura morta (2012),
Variazioni sul tema (2014; Viareggio Award).
Preparativi per la partenza, cuentos (Marsilio, 2003), Un’altra vita, cuentos (Fazi, 2010), L’isola e il sogno, novela (Fazi, 2011).
También es autor de Vita di Ippolito Nievo (1991) y de Vita, amori e meraviglie del signor Carlo Goldoni (1993).
Ha publicado la edición de la Operette morali de Giacomo Leopardi, la traducción foscoliana del Viaggio sentimentale de Sterne, las Confessioni d'un italiano de Nievo, una antología de Scrittori garibaldini, y ha traducido a Gibran, Tagore, la Metafísica inglesa y la Regola celeste del Tao.
En lengua española: Cámara oscura (Calima, 2001) y La alegría y el duelo (Calima, 2002) ), Asuntos del corazón (Deva, 2004), El nombre o el cuerpo (NorteySur, 2006), Diario de Normandía (El Tucan de Virginia, 2007).
En catalan: Diari de Normandia & Núvols (Galerada, 2007).
Han escrito sobre la poesía de Ruffilli: Alberto Asor Rosa,
Luigi Baldacci,
Roland Barthes,
Yves Bonnefoy,
Robert Creeley,
John Deane,
Dario Fo,
Giovanni Giudici,
Alfredo Giuliani,
James Laughlin,
Pier Vincenzo Mengaldo,
Czeslaw Milosz,
Eugenio Montale,
Alvaro Mutis,
Cees Nooteboom,
Giovanni Raboni,
Vittorio Sereni,
Andrea Zanzotto
www.paoloruffilli.it
EUGENIO MONTALE SOBRE NOTICIAS DE
LAS ESPERIDES DE PAOLO RUFFILLI
En la editorial Forum ha salido un precioso librilo: Noticias
de las Espérides de un joven poeta que desco destacar
por su indudable talento, Paolo Ruffilli. Debo confesar que
mi interés lo ha suscitado una parte del conjunto de
poemas dedicada a una visita al cementerio de Monterrosso.
Era de hecho para mi una razón sentimental: el reencuentro,
de crònica y fantasia, unido a un lugar de mi juventud
y de mi memoria. Me habia impresionado como el joven Ruffilli
habia dado dignidad de poesia a fantasmas y figuras de muertos
consignados a pocas frases entrecortadas y a solemnes epigrafes.
Insisto en el "como". Es el punto decisivo que me
ha impulsado a seguir adelante, aparte del halago que para
mi era el lugar querido, a través de todo el libro
de Ruffilli. La manera de este joven poeta me ha gustado:
haber elegido el camino de la substracción, del cortar
y del reducir, para expresar las cosas del mundo y de la vida.
La importancia de las elipsis y de la omisión, en la
poesia moderna, es conocida: para nosotros, ademàs,
està la ensenanza preciosisima de Giacomo Leopardi;
ademàs disenando un recorrido sesgado respecto a los
poetas de nuestro Novecento. Con la divisa de no decir precisamente
para expresar mas.
La manera de Ruffilli se confia a una especie de flotamiento
de pequenos trozos, pequenas bolas que ganan la superficie
saliendo en vertical desde el fondo. Y estos trozos, en su
minimo impedimento, en su consistencia enrarecida, alcanzan
a rendir la realidad completa.
Todo en tintas claras; con una sequedad amable y una dulzura
un poco resentida. En la distancia, pues: sin nostalgia o,
peor, temblores.
Pero con participación. Tal vez estoy en la posición
justa para ver las cosas imparcialmente, en el panorama caòtico
de nuestra poesia ùltima y ultimìsima; una posición
necesariamente de llegada y sin embargo de fin de carrera,
para decirlo mirando a la cara la realidad de mi vida. En
todo caso, creo que no estoy lejos de la verdad al decir que
Paolo Ruffilli nos reserva algunas sorpresas agradables en
el futuro.
Eugenio Montale
RAI - Terzo Programma della Radio, 22 de Enero de 1977
ROLAND BARTHES SOBRE LA CÀMARA
OSCURA DE RUFFILLI
Sabemos desde Blanchot que el espacio de la escritura es espacio
de muerte. Y Ruffilli puede ser considerado como un caso ùnico
singular del modo en el que la palabra poètica se muestra
como palabra de punzada, después de haber sido por
un momento mas o menos prolongado palabra de luminosidad.
En el reencuentro que su poesia crea con las fotos que le
sirven de punto de partida, pero que en algùn modo
son ya también el punto de llegada. En una temporalidad
perpleja y alucinada que es la de la fotografia, cuya evidencia
cuenta no desde el punto de vista de la nostalgia-placer,
sino del sello amor-muerte, impreso encima.
No es frecuente encontrar efectos tan inquietantes en un contexto
aparentemente distenso y en aire de indudable ligereza. La
fuerza de esta poesia reside en angustiar al lector encantàndolo.
Y el poeta representa bien, de reflejo y por pequefios fragmentos
amarillentos la interioridad burguesa: las manìas,
los vacios, la crueldad, cierta locura, flotantes mas alla
del decoro y de la discreción. Es la ley de la antifrasis,
por la que el dictado es tanto mas despiadado cuanto mas afable.
Y no se puede dejar de estar de acuerdo totalmente con el
autor sobre la naturaleza tràgica (indecible sin embargo
y pronunciable sólo por breves fórmulas volàtiles)
de la existencia.
Roland Barthes
en Cahier de Poesie, E3,1978.(Después traducido en
La filigrana dell'essere, 1979)
LA ALEGRIA Y EL DUELO
El redente libro de Paolo Ruffilli ha tenido 123 recensiones,
dos programas televisivos y cuatro emisiones de radio con
entrevistas y lecturas de textos, dos espectàculos
teatrales sacados del libro, con texto y musica, con tres
voces y acompanamiento, un espectàculo con musica de
Jazz y otro con musica clàsica. De La Alegrìa
y el Duelo se han hecho cuatro ediciones, con cerca de 10.000
ejemplares vendidos. El libro se traduce al inglés,
francés, alemàn y se hace una versión
americana. Raramente alcanza un libro de poemas tal difusión.
Es acaso el tema? Sin duda el tema contribuye, pero en Italia
es el tema tratado por tal autor: Paolo Ruffilli. Del aprecio
en su pais habla el éxito actual y la critica excelente
de sus libros anteriores que le ha llevado al premio Montale
y al Viareggio. En el extranjero se le ha concedido el American
Poetry Prize y el Premio Europeo. Ruffilli es alguien muy
solicitado en los encuentros internacionales de poesia: de
Tokio a Rosario, de Petersburgo a Alessandria, de Valencia
a Malmo y un largo etc. Su prestigio se basa en una dicción
originalisima que une la musicalidad y el pensamiento, la
narratividad y la insòlita metàfora, la rima
libre y la imaginación critica. Raramente se encuentra
hoy en Italia un poeta con tan buen dominio de sus medios
y a la vez tan genuino en la resolución de sus temas;
sin duda pertenece con Magrelli a los mas dotados de su generación.
Esa maestria ha sido reconocida desde el principio no sólo
por toda la critica, sino por prestigiosos autores como Montale
y Roland Barthes, que prologaron su libro Càmara Oscura
(Calima, 2001), o el famoso novelista Giuseppe Pontiggia:
"La riqueza del arte de Ruffilli tiene una gracia compositora
que sabe fundir en secuencias unitarias, diàlogos,
imàgenes y narración".
La Alegria y el Duelo es no sólo su libro mas arriesgado,
sino aquel en el que alcanza la piena madurez de su estilo.
Lo interesante en este sentido es que la elaboración
esbelta y acelerada de su ejecución, despliega un proceso
lento que tiende a lo elemental en el plano ritmico y sicológico.
El yo poètico sabe clarificar la complejidad de la
situación desplazàndola a una serie de descripciones,
comentarios, peroraciones y lamentos, en diversos niveles,
diaristico, reflexivo, metafisico, que van creando un entramado
de voces autónomas, los distintos actores que tejen
el drama: el protagonista, el poeta, el amigo, los padres.
A esa diversidad y como para subrayarla corresponde un ritmo
breve, entrecortado, de versos anapésticos, de entre
cinco y ocho sìlabas, no homogéneos, con desequilibrios,
trama de rimas, juegos de palabras, aliteraciones, efectos
de resonancia, etc. que elevan la vivacidad de la dicción
e invitan a una recitación en alta voz, a una entonación
tràgica. Asf lo confirman los comentarios en cursiva
que corresponderian a la voz del coro. Pero esa rica diversidad
se concentra en una resistencia primaria -que parte de la
no confianza en la piedad divina- una resistencia biològica,
al mal simplemente destructor. La partida està perdida,
cada uno puede enfrentarse a su responsabilidad y ninguno
necesita hacer confesión de culpa. Se busca otro venero
de la piedad. Se encontrarà en la propia muerte. En
el amor de y en la propia muerte. O sea, en una muerte propia.
Esa busqueda ha de ser imaginativa. Después de presentar
la situación real, la deterioración del cuerpo
individual, símbolo también de la deterioración
del alma colectiva, y la imposibilidad de solución,
el poeta no puede aceptar esa realidad tal cual. La imaginación
ha de sustituir o trascender la objetividad. Aqui Ruffilli
se muestra bien lejos de la linea lombarda: Sereni, Erba,
Raboni, Giampiero Neri, aquella poesia que cree en la objetividad
de la realidad y en la cosa en si, y es claro alumno de aquellos
que constituyen nuestra realidad imaginàndola: Dante,
Leopardi, Pascoli, Gozzano, Ungaretti, Saba,… Esa imaginación
es por supuesto precisa y leopardiana con un uso exacto del
detalle que hace entender el lodo con una eficacia mayor.
Nada de complacencias estéticas, vaguedades lingiiisticas
o excesos literarios. Una poesia que va al fondo, precisa,
agil y sutil. Una poesfa emotiva que sabe verter en el dolor
la fuerza significativa del pensamiento. Es lo que se llama
en Italia una poesìa d'appello, del grito a una sociedad
para que reflexione sobre si misma. Un grito claro y limpio
pero lleno de sugestión poètica. O como decia
Barthes : "Ruffilli es un caso claro de que la letra
poètica siempre se demuestra letra de punzada después
de haber sido letra de luminosidad."
Sorprendente en la obra de Paolo Ruffilli es la capacidad
de reaccionar ante los fenómenos temàticos con
una clarividencia que es sin duda fruto de la maestria de
oficio, pero que va cargada de una fuerza imaginativa descubridora
de perspectivas que hacen del fenòmeno un nuevo acto
desconocido y de nuestra realidad un vivere de renovación.
Enfocar y manifestar la muerte por sida como ejemplo de la
dignidad de la vida, gracias a esa muerte, que nos lleva a
considerar el amor como nuestra verdadera herencia, es por
lo menos nada frecuente, e incluso escandaloso para la moral
reaccionaria habitual. Y sin embargo Paolo Ruffilli lo resuelve
con unas claves técnicas sencillas pero eficaces, que
resaltan las nuevas visiones de lo que creiamos sabido, que
hacen del tema algo cercano y distante, nuevo y reconocido,
compartido y originai. No es lo insòlito del asunto
lo que interesa, sino su ejemplaridad como sacudida de nuestra
realidad, el desarme de sus coordenadas mas admitidas, la
recomposición de su trascendente realidad.
Asi Paolo Ruffilli se obliga y obliga a plantear muchas preguntas
fundamentales que van al fondo absoluto de nuestro sentir
humano: El encenderse y el apagarse de la vida es casual?
No existe la menor trascendencia de nuestros actos, de nuestros
sufrimientos y alegrias de nuestra muerte? Esta arrastra a
sus victimas preferidas, a raudales desaparecidas, como si
fueran sombras para la nada? Pero todas las preguntas se reducen
a una sola: Qué hace la muerte en la vida?
Pero el poeta no muestra o explica una filosofia. Su poesia
nos la hace percibir, a través de una manifestación
de la realidad que sólo tiene sentido desde la elaboración
del pensamiento del sujeto, con el que vuela al par una imaginación
concreta, fundamental,conmovedora. Ruffilli, como buen poeta
de linea metafisica o mentalista y no de la postsimbolista
u òrfica, va a la esencia de los fenómenos,
a lo mas concreto, concentrado, metonimico de la vida. Aesa
trascendencia de la busqueda de sentido en la catàstrofe,
responde el Ecce homo, prendido, endurecido, inerte, la singularidad
del enfermo terminal de sida, que altera con su estado inhumano
el estado de las cosas humanas, las miserias de nuestra naturaleza
y de nuestra sociedad, afirmando de entrada su desolación:
Soy distinto.
Esa afirmación tajante de su soledad es la base de
su transformación sobre la que se alzarà la
nueva realidad, sobre la que triunfarà la imaginación
consciente. Ese ser distinto, que traspasa y transforma su
identidad, es el foco de reflexión del que parte el
cambio total de perspectiva de una vida que ha tenido que
inmolarse para salvarse a si misma y a las demàs. La
nueva identidad arranca de la mas dura soledad, la del excluido.
El estigmatizado siente en efecto la distancia abismal que
le separa del resto de la gente, el mundo lo està exiliando
a pedazos y mordiscos, se siente excluido de la vida, débil
para tornar posesión de ella, pensando que no bay retorno
tal vez desde el fin. Lo ve en el mal que lo lleva al estado
dependiente de un ninito. Lo oye en la fisura de las palabras
apagadas de su madre. Desde esa sìtuación de
exilio interior, de pérdida de la solidaridad, de derrumbe
de la piedad, de deshumanización pues, implora todavia
ser salvado. En un desconsuelo "desesperante y desesperado",
a través de la rabia y el miedo confia aùn,
y ya desde el limite nuevo, en la alianza limite: la profunda
raiz inarrancable del fondo de su ser, el nùcleo imperecedero
que resiste a la muerte, el olvidado refugio del amor. Ese
amor que él habia dado y recibido para romper la falsa
afección, el frio paterna!, el hastio de una sociedad
que lo moraliza, corrompe y enferma. Ese es el gran enfoque
de Paolo Ruffilli que hace de la pasión compasión,
de la soledad amor, gozo del duelo, de la muerte piedad.
Entonces ocurre la gran transformación, la conciencia
de la necesidad de transformar el dolor en consuelo e incluso
en fiesta, el luto en alegria para esa gente que miente por
temor, que sólo ve en la muerte la ruptura con el mundo
anterior o incluso.el castigo o la desilusión. La presencia
de la muerte sin
embargo ofrece la prueba evidente de la total alteridad de
lo real respecto acualquier posesión del sujeto y a
cualquier conjetura suya. En esa realidad incenerente donde
la flor de la vida se reseca antes de madurar, donde la cara
ensombra parece aterrorizar mostràndose como el vacio
en la plenitud, surge unimprevisto sentido de la vida: la
necesidad de intercambiar afecto, la conciencia que sólo
cuenta aquello que se ha probado y dado intensamente, la trascendencia
de la pasión, el escàndalo del amor, que arrasa
con el mal del mundo.
Desde allì el pasado se aprecia como el erròneo
camino hacia la desilusión y el miedo a la muerte:
un tiempo perdido, sin decir jamàs aquello que cuenta,
una total inconsciencia de la brevedad de la vida y de la
consecuente necesidad de actuar y de practicar el arte de
amar y de morir sin enganos. A partir de esa conciencia se
extiende también la visión de que el mundo conocido
no es de hecho la ùnica realidad, que hay una imagen
diversa de lo imaginado, que la muerte, ese vacio, puede ser
un rio de energia que ensancha lo eterno en el presente.
Ya en la construcción misma del proceso narrativo,
a partir de voces que relatan y meditan y de un coro que comenta
y resumé interpretando, podemos apreciar que el sujeto
es el centro constitutivo de esa realidad, que su intención
es clara: restituir con el argumento de la inteligencia, y
sin sombra de orgullo, la dignidad a la insuficiencia del
cuerpo y a la destrucción progresiva de la individualidad
humana. A la crueldad de la naturaleza, el hombre contrapuso
la
piedad, pero la naturaleza es impía, y sólo
la voluntad imaginativa, el argumento destructor del miedo
y la amargura, puede sostener aquella. La piedad no es aqui
conmiseración, sino comprensión del dolor como
fruto que lleva en si la doble semilla de miedo y confianza,
una verdad que se abre y se cierra sobre lo desconocido, un
otro modo de sentir la vida reanudada por el morir. La muerte,
dice el poeta, se ve entonces como el presupuesto necesario
y suficiente de la vida, el mal del bien, la sombra de la
luz. No son opuestos que se excluyen, sino componentes de
una misma pasión.
Ante la duplicidad de una naturaleza, escudo y enemigo, que
nada regala que no haya quitado, que nos pierde en parte para
salvarnos en el todo, surge el desco de emprender el viaje
de retorno desde la cima a su punto inicial. Allí emana
el rio del futuro. Allí el luto llama a la vida, no
a otra muerte. Queda, pues, la conciencia de que todo ha de
ser consumado para renacer. Y que nuestra palabra no se agota
ante el pensamiento de la muerte, sino que la funda verdaderamente
en un proceso de amor. Eso es también lo que queda,
todo lo que se da. "Esa es la cuestión capital
del mundo: el amor. La energia mas potente", decia Paolo
Ruffilli en una reciente entrevista. Su libro es prueba de
esa verdad.
José Luis Rema Palazón
Frankfurt am Main, 15-10-2002.
Con la cautela que se debe a las obras de poesía -y
a las primeras lecturas-, creo poder decir que con LA ALEGRIA
Y EL DUELO Paolo Ruffilli ha alcanzado su plena madurez poética:
lo que no significa, entiéndase, que no pueda progresar
aún. Y ahora leamos el fragmento:
A fuerza de subir
por cuántos meses y años
las escaleras de la vida,
se va aprendiendo
con la experiencia
el rito de la aflicción
y el arte de morir
sin engaños:
cultivando los últimos
instantes, en la cabecera,
celebrando el acto
final de la salida y
buscando restituir
con el argumento
de la inteligencia
sin orgullo
dignidad a la insuficiencia
de los órganos, al daño
de la función cerebral
y a la destrucción
progresiva
de cada centro vital.
Antes de decir otra cosa, observemos que ya esta pequeña
secuencia nos sugiere algo del modo de poetizar de Ruffilli,
esto es, de la relación necesaria para él entre
la gravedad del tema y la simplicidad, apenas realzada por
la luz intelectual, por la lengua.
Como los precedentes Diario di Normandía (pero este
"en movimiento") y Cámara Oscura (Calima,
2002, n° 29) (del que Raboni ha podido hablar como "novela
familiar"), también este último es un "diario"
privado y (trágicamente) amigo, del que surgen voces
internas o - lo que es lo mismo - de un más allá
mental; y donde los textos en cursiva señalan, mejor
que pausas o separaciones o contrapuntos, los momentos de
más seca meditación (como si ya la cursiva indicase,
icónicamente, descarnadura).
No está mal remover los datos formales, esos mismos
no distintos en substancia de aquellos de los poemarios anteriores,
dado que Ruffilli es un poeta no manierístico, sino
simplemente fiel a sí mismo (hágase excepción,
en particular, por los continuos paréntesis y en suma
los dobles corchetes de Piccola colazione ). Dominan los versos
breves o medianos, con centro en el abanico entre quinarios
y septenarios, pero su función, contra las apariencias,
es totalmente antimelódica; la rotura (encorvaduras
también, y no raramente, sobre la é) y casi
la casualidad de las medidas dominan sobre el carácter
centrípeto de la unidad versal. Y sin embargo es característico
la secuencia ininterrumpida de versos medio breves para contrastar
la potencial continuidad prosaica del "diario".
Por otra parte Ruffilli es típicamente eso que los
alemanes llaman un "poeta de pensamiento", pero
el pensamiento no se desenvuelve, precisamente, por continuidad
y grandes arcadas, sino por fragmentos y contracciones, tomas
de pausas y relanzamientos: ¿es como pensar de otra
manera hoy, en un siglo que ha visto en la filosofía
la victoria de los pensadores por aforismos y pequeños
ensayos?
No muy distinto, mirándolo bien, el uso de la rima,
que siendo aguda es declaradamente fácil, no tiene
en línea de máxima, un papel expresivo, agrumante,
pero - si así se puede decir- de apoyo a la dicción
y casi de puntuación.
La realidad, para Ruffilli, es en fondo tal sólo si
viene pensada por el sujeto. Y ésta, dicho en inciso,
es una de las razones por las que él no puede ser en
absoluto homologado con los poetas lombardos que creen en
las cosas. Hay sí algún retorno de Rebora, como
especialmente en: " que excava salvaje, retuerce y enreda…),pero
si es realidad es realidad deformada; y se ve también
en: "…vacila descarrila…". En suma, Ruffilli,
tiene necesidad de vez en cuando de Rebora como de alguien
que lo haga más agresivo, que le acelere los latidos
del corazón, de otra manera lentos. Como ya se ha indicado,
hay entre las líneas y mucho más, Caproni, l´outsider,
el narrador melódico pero también antimelódico,
presente no sólo por vía del tipo de versificación,
como en este trozo: " Os he saludado,/ a todos…".
Y siempre en la sombra se moverá Leopardi, y se puede
también resaltar más atrás (véase
"amante amado").
Así pues, realidad pensada. Y por lo tanto dominan,
como ya declara el primer trozo aquí citado, los abstractos,
mientras el máximo de "cosas" que (y aquí
diversamente de Caproni) Ruffilli puede concederse es esto
: ".. el humo del cigarrillo..". Pero también
en este lugar nos han ofrecido, precisamente, los géneros
("fruto y hortaliza") y no las especies o los individuos
y si de aquellas cosas el poeta se llena la mano, lo es, súbitamente
después, de sus " formas perfectas". Pocos
versos más abajo despunta después la niebla
y no la única vez, con la relativa sinonimia y o metonimia
(por ejemplo, "lechoso").
Para pensar poéticamente, está claro, Ruffilli
tiene necesidad de que la realidad se ponga entre paréntesis,
estilizada en categorías, retirada en algún
modo en la mente que la clasifica, apenas sus datos concretos
asoman la cabeza; pensar con lleva cerrar los ojos, rastrear
mentalmente, para después descansar, las esencias y
los destinos de los fenómenos; y de hecho: " Por
todo aquello que no veo, yo creo…" y es una de las
secuencias mejores del poemario, aunque no - significativamente
- la última.
Pero por cuantas vías se puede comprobar la evidencia
que esto es un poeta de la línea "metafísica"
o " mentalista" y no de aquella postsimbolista u
órfica. Una es por ejemplo aquella de las metáforas,
que aquí no vuelan alto sino bajo, como se ha visto
de repente en el subir las escalas de A forza di salire. La
realidad no es pues transcendida por medio de la imaginación
libertina, sino de pensamiento, a cuyo servicio se pone, constriñéndose,
la imaginación.
Tal vez vale para este libro, con un acento fuertemente privatizante
uno de los exerga que el autor había empleado en su
momento para Cámara oscura, un pensamiento de los grandes
de Minima Moralia de Adorno: "El elemento histórico,
en las cosas, no es más que la expresión del
sufrimiento pasado".Pero ya perfectamente significativo
es el título mismo, en su bipolaridad. A condición
de que se lo interprete, o así me parece, en el sentido
de una oscilación o copresencia entre los dos sentimientos
opuestos indicados, o mejor ahora poniendo como primero el
segundo término y haciéndolo seguir de una flecha
que en el tiempo e idealmente, se dirige hacia el primero,
que se ha convertido no sólo en segundo sino en terminal.
Por lo demás Ruffilli ha escrito con todas las letras:
"Porque el luto llama la vida, no otra muerte.Como escondido,
el poeta parece distraerse de las cosas concretas, metonimia
de la vida, pero por compartir más concentrado por
la vida.
Con un poco de aproximación y metaforicidad, pero no
demasiado, se puede decir que este libro de poesía,
o diario poético, es sobre todo una elaboración
poética del luto. Lo que quiere decir también
( véase por ejemplo: " Sin la muerte, no, no habría
ni suerte ni destino … Sin la muerte no habría nada
ni sociedad ni historia...") no sólo apostar por
el futuro sino afirmar el presente, en los individuos y en
las generaciones, en tanto vale en cuanto eslabón de
una cadena que prosigue. Que esto sea dicho en poesía
y sin aparatos ideológicos declarados, en una época
del más desenfrenado puntillismo (y por lo tanto totalitarismo,
porque sólo cuando nada se desarrolla puede ser dominado),
una época del más absoluto desafío en
los conceptos mismos de futuro, y esto es de continuidad de
la especie y de los individuos a través de la transformación
en un "altro" que sin embargo nos es orgánico:
pues bien, esta posición me parece ya a este lado de
los sustanciosos resultados poéticos que han generado
el mayor signo de nobleza de La alegria y el duelo.
Pier Vincenzo Mengaldo
Prefacio La gioia e il lutto, 2001
EMILIO COCO SOBRE "ASUNTOS DEL CORAZÒN"
“He aquì mi sueño de escritor: quitar peso, el mayor posible, a mi escritura. Así comencé, con alguna incertidumbre en el proyecto, y así he ido continuando. Teniendo delante de los ojos ese juego de llenos y vacíos donde la ausencia es lo que más cuenta (…). Mi proyecto es cerrar el fuego en el círculo de la gracia. Sin violentos incendios, en suma, y sin retornos de llama. Tejiendo, sin demasiada participación, el elogio necesario de la frivolidad, que ha sido siempre la virtud de los grandes ingenios. Para pronunciar verdaderamente lo sublime, pienso que es preciso salir del calco, de la huella, de un rastro sutil. Por una ley de lo inversamente proporcional: cuanto más bajo es el tono, tanto má alto es el efecto. No quiero, por supuesto, renunciar a la grandeza de las cosas. Pero considero que es justo observarla en su pequeñez. Me gusta avivarla con aquel aire penetrante que hace del castillo de Atlante el lugar donde atracan las astronaves para el resto del universo”.
Así escribe Ruffilli en una declaración de poética. Su sueño se realiza plenamente, después de un aprendizaje que ha durado cinco años (con tres libros publicados en una pequeña editorial), en Piccola colazione (Pequeño almuerzo, 1987), uno de los mejores logros de la poesía italiana de este último decenio. La infancia y la adolescencia, las primeras experiencias sexuales con la práctica del autoerotismo, las figuras familiares, todo es evocado con una levedad de expresión y una musicalidad que nos recuerdan el tono ligero y cantable de la opereta. Se advierte una predilección por los tonos bajos y antiláricos, con el recurso frecuente al diálogo y a la objetivación que transforman las emociones y los sentimientos del sujeto en una sucesión de argumentaciones y hechos concretos. Los metros preferidos por el poeta son el pentasílabo y el heptasílabo, pero también el labo repartido en dos o tres versos sucesivos. Ellos confieren a sus poemas un ritmo rápido, con frecuentes juegos de rimas internas, cuya sonoridad queda como detenida por un instante, gracias a continuos y audaces encabalgamientos endecasí.
Dueño ya del medio expresivo que se afina aún más en su siguiente entrega, Camera oscura (Cámara oscura, 1992), el poeta puede prescindir del diálogo y de la ironía, utilizando nuevas gradaciones tonales; también el discurso narrativo adquiere mayor consistencia. Las fotos de un álbum de familia sirven al autor para relatar retazos de su historia personal que se entreteje con la de sus familiares y se extiende hasta comprender la historia de una entera generación “suspendida entre el encanto de un presente rico en promesas y seguridades, donde el pasado era riqueza e iluminación, y un vacío ahora presente de traiciones y desesperaciones” (Tommaso di Francesco). La narración se abre con la alegría de vivir personificada en una estrella de variedades, Wanda del Amor, “con flores de lentejuelas / y flecos de aljófar / sobre las piernas desnudas. / Las zapatillas escotadas / con la cinta. / Una mano en la cintura / y la otra asegurando / el pelo detrás del cuello. Los labios cerrados, / en forma de corazón. / (…) satisfecha / de su cuerpo que ha / gustado”, y se sierra con la percepción de la muerte, de la caducidad de las cosas, del dolor que se perpetúa en los diversos miembros de la familia. La fusión entre pasado y presente se concreta en la figura del hijo que repite en sus gestos y acciones la historia de sus padres. Véase, por ejemplo, la compenetración entre madre e hijo, con la relativa redistribución de los papeles, en estos versos: “Habiéndose hecho hija / de su hijo, / es un peso en su brazo / ahora. Lo retuerce. // De nuevo niña huesuda y demacrada, / y a pesar dilatada / sobre él que ha sido / el fruto amado / el campo y objetivo / de una vida obstinada / y solitaria”. O entre padre e hijo:“Fue joven él también / y aprendió vicisitudes / y partes del amor. / Sin embargo, entre nosotros / con mudo pacto / fingimos ignorar / que está probando el uno / lo que el otro / ha hecho ya”.
Con el libro Piccola colazione (ganador del prestigioso “American Poetry Prize”), Ruffilli se impone a la atención de la crítica internacional que saluda el libro como “uno de los más importantes de los últimos años, destinado a durar también como ejemplo de otra manera de hacer poesía” (Le Monde); “una sorprendente prueba de talento y de inteligencia en la forma de un moderno libreto de ópera” (Die Welt).
No olvidemos, sin embargo, que precisamente en los años oscuros de su aprendizaje, la obra de Ruffilli mereció el elogio de algunos lectores de excepción. En 1977, el gran poeta Eugenio Montale, escribía, entre otras cosas: “Lo que de este joven poeta me ha gustado es el haber elegido el camino de la sustracción, del quitar y del reducir, para expresar las cosas del mundo y de la vida”. Y Roland Barthes argumentaba: “Sabemos por Blanchot que el espacio de la escritura es espacio de muerte.Y a Ruffilli se le puede tomar como caso único y singular de la manera como la letra poética siempre se muestra letra de la punzada, después de haber sido, por un instante más o menos largo, letra de la luminosidad (…). La fuerza de la poesía de Ruffilli está en angustiar al lector, hechizándolo”. Otro juicio muy positivo es el expresado por Vittorio Sereni, quien, en 1982, cifraba la importancia de la poesía de Ruffilli en “el encuentro de la palabra hallada con lo inmediato concreto” y agregaba: “La obsesión de los mínimos acaecimientos, de los lugares y de las circunstancias, salvada del proyecto del diario, atestigua una vicisitud más allá de las apariencias y de las costumbres”.
Asuntos del corazón que se publica por primera vez, también en su versión italiana, en esta colección, puede considerarse como la historia de un amor, que no es la de un amor “canónico” de quien ama serenamente dentro de las tranquilizadores paredes
domésticas, sino la de dos amantes clandestinos, que se desarrolla como combate abierto de dos cuerpos que se buscan, se muerden, se comen y se digieren con desenfrenada avidez canibalesca, no exenta de cierta ironía que acude en los momentos más altos de tensión para quitarles dramatismo a las situaciones, a través de cierta irreverencia e irrisión del lenguaje y del ritmo y la vigilancia tenaz de la razón. Una original historia de amor marcada por la violencia y la crueldad pero también por una ternura extrema que resiste dentro de la pasión.
Emilio Coco
en Asuntos del corazón, Deva 2004
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